Antes de nada...

Este es un blog en el que se publica una historia, cada entrada la continúa empezando desde la más antigua, la parte uno.
NO es el fenómeno literario de la década, tan solo una historia aun sin acabar, con muchas cosas que corregir, muchos detalles que añadir y sin ni siquiera un título...es un conjunto de "hojas en sucio", un borrador.
Dicho esto únicamente espero que lo disfrutéis y por supuesto critiquéis.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Capítulo 6.


SEIS
CUMPLEAÑOS

Pasaron los días y las semanas con esa maldita escayola, Anouk venía a verme casi todos los días e incluso me llevó a pasear en caballo más de una vez. Hasta tres semanas después que por fin me la quitaron. Lo único bueno que sacaba de la escayola era que mi padre se había hecho muy amigo de aquel apuesto médico, Lewis Wisk y había venido más de una vez a cenar a casa con su esposa, Helen. Eran gente muy agradable y parecían congeniar a la perfección con mis padres.
Pasó el mes de agosto volando, todo parecía ir muy deprisa y sorprendentemente bien; estaba muy bien con mi familia, tenía a Anouk siempre conmigo y los amigos nuevos que mi padres estaban conociendo se hacían míos también. Estaba feliz, rodeada de la gente que quería.
Así transcurrieron aquellos meses, que pasaron exageradamente deprisa. Mi amistad con Anouk crecía cada día, casi nos habíamos convertido en dependientes el uno del otro, éramos uña y carne como se suele decir. Ahora ya dejaba la ventana abierta a posta.
Ya era final de marzo y llevaba una semana sin ver a Anouk y como apenas tenía formas de localizarle...
Al día siguiente, abril y mi cumpleaños. Cumplía dieciséis y bueno, no tenía muchas ganas de que ocurriera, nunca me ha gustado celebrar mi cumpleaños. 
Ésa última noche de marzo me acosté algo inquieta, como una niña pequeña el día antes de navidad, pero dormí de un tirón, como siempre.
A la mañana siguiente mis padres me despertaron con euforia y cantándome el cumpleaños feliz. Mi madre llevaba una bandeja con el desayuno, me había hecho un gofre con chocolate, mi favorito.
Me incorporé en la cama sin poder ocultar la sonrisa y mi madre colocó la bandeja sobre mí. Desayuné de lo más tranquila y bajé con mis padres al salón y me encontré que mi abuela estaba también allí. Corrí a abrazarla, hacía mucho que no la veía.
Y así pasó toda la mañana, con mi familia. Mi abuela me regaló un colgante de plata precioso, era la cola de un delfín pequeña, con una cadena también en plata muy fina. Me encantó. Me extrañó que mis padres no me regalaran nada, siempre son los primeros en darme un regalo cada año, aunque bueno, no le di importancia, no necesitaba ningún regalo.
Comimos los cuatro juntos, tortellinis rellenos de queso y después de terminar sonó el timbre de la puerta.
-Ya voy yo –dije al tiempo que soltaba mi plato sobre el fregadero-
Me dirigí con paso ligero a la puerta de entrada y al momento me di cuenta de que mis padres y mi abuela caminaban justo detrás mía. Me giré hacia ellos.
-¿Qué ocurre? –pregunté extrañada-
-No pasa nada nena, abre la puerta vamos –dijo mi padre con un tono divertido-
Dudé un poco y después abrí la puerta. Mis ojos se abrieron como platos y me giré hacia mi familia. ¿Era cosa suya?. Parecía que sí, se miraban compenetrados mientras yo seguía alucinando. Volví a mirar fuera y sin pensarlo dos veces me abalancé sobre Anouk rodeándole con mis brazos. Sin soltarle me volví a girar hacia mi familia.
-¿Habéis sido vosotros? ¿Cómo sabíais…?
-¿Recuerdas aquel día que saliste tarde de clase? Anouk vino a verte y se me ocurrió decirle lo de tu cumpleaños –me interrumpió mi padre-
-A mi me lo contó todo tu padre, era la más perdida en éste asunto –añadió mi madre-
-Nicole me regaló cajas y cajas de ropa –dijo Anouk entre risas, mirando a mi madre-
-Vale, esto es un poco confuso –dije riendo, llevándome las manos a la cara-
-¡Corre y ve a vestirte, que te tienes que ir! –exclamó mi padre dando un par de palmas metiéndome prisa-
No hice ninguna pregunta, me hacía mucha ilusión lo que fuera que tuviesen preparado así que salí corriendo escaleras arriba en dirección a mi cuarto.
Anouk entró y se sentó con mi familia en el salón, lo último que vi antes de subir fue la cara de mi abuela, era todo un poema.
Bajé unos quince minutos después, llevaba mis pantalones cortos celestes apagados con una camiseta suelta azul oscura con una manga caída y unas sandalias marrones. Era mi color favorito, tenía que llevarlo en mi cumpleaños. Apenas me había peinado, llevaba el pelo suelto como casi siempre.
Me acerqué al salón, Anouk estaba sentado junto a mi abuela y hablaba animadamente con mi madre. La situación parecía como de broma, tanto tiempo sin decirle nada a mis padres sobre Anouk, y resulta que lo sabían.
Finalmente aparecí en el salón, inclinándome sobre el sofá.
-Bueno, ¿nos vamos? –dijo Anouk, levantándose al instante-
-No lleguéis tarde ¿eh? –dijo mi madre-
Anouk me cogió de la mano sonriente y salimos por la puerta en dirección al establo. Yo me dirigí directamente hacia Nala, ya estaba perfectamente equipada para montarla. Anouk fue hacia su caballo.
Nos miramos sonriendo, esos momentos en los que contienes una risa tonta, que está ahí queriendo salir por nada en especial, solo porque estás feliz.
Nos montamos en los caballos y salimos en dirección a la selva, donde siempre, solo que al llegar, Anouk continuó más adelante.
-Sígueme no te pierdas ¿eh? –exclamó desde su caballo-
Le seguí durante un buen rato hasta que llegamos a una especie de aldea, había pequeñas cabañas, todo de madera y paja. La gente nos observó llegar, todos iban sin camisa, incluso algunas chicas. Anouk al acercarnos más se quitó la suya, que mi madre le había dado un rato antes. 
Me quedé absolutamente paralizada, nunca había visto nada así, parecía una película. Apreté el paso de Nala para colocarme justo al lado de Anouk.
-Ésta es mi tribu Clair –dijo mirándome sonriente-
-Es… simplemente increíble.
De repente, una joven no mucho más joven que yo, se acercó corriendo, casi a saltitos. Tenía la piel oscurita, más o menos como Anouk, pero con el pelo rubio y corto por el hombro, ahí había un clarísimo parentesco con su padre. Era delgada con una figura grácil y ligera. Llevaba una especie de traje con una tela marrón que parecía algo áspera.
-¡Bienvenida Clair! –gritó junto a mi caballo-
-Gracias –dije, dejando escapar una amplia sonrisa-
Habíamos llegado prácticamente al lado de un establo pequeño lleno de caballos. Anouk se bajó y me ayudo a bajar a mí también. Me miró y asintió con la cabeza, dedicándome un gesto tranquilo. Seguidamente se llevó los caballos dentro del establo.
-Yo soy Lucy –añadió sonriente aquella chica tendiéndome su mano-
-Yo Clair, aunque por lo visto ya lo sabes –dije al tiempo que le estrechaba la mano con suavidad-
-Anouk habla mucho de ti, por fin te conozco –añadió-
Justo entonces apareció Anouk.
-Bueno Lucy, vamos a presentarle al resto –dijo Anouk sin dejar de sonreír-
-¡Voy a avisarles! –dijo ella justo antes de salir corriendo-
Anouk me cogió de la mano, yo estaba nerviosa, temía no gustarles y me temblaban las manos.
-Tranquila –me susurró Anouk- será perfecto.
Me condujo a un tronco que había en el suelo y nos sentamos allí, esperando que vinieran sus amigos.
Cinco minutos después se acercaron un pequeño grupo de jóvenes, cuatro chicas y dos chicos. Todos eran negros como el tizón y cada uno con una cara muy particular, pelo corto, rizado y oscuro. Al igual que Anouk tenían plumas en brazos y tobillos y hoy estaban todos repletos de esos dibujos que a veces llevaban en la piel. Anouk les señaló uno por uno.
-Éstos son Anna, Senga, Martha, Jack, Daku y bueno, a mi hermana Lucy ya la conoces.
-Encantada de conoceros –dije tímida-
Jack dijo algo que no pude comprender y Anouk lo tradujo: “No nos habías dicho que era tan guapa”
Todo rieron, yo también… desde luego me vino bien un comentario cómico, porque no sabía qué decir. Todos me miraban sonrientes como si esperaran algo. Decidí ser yo misma.
-Emm, bueno yo… no sé qué decir en esos típicos momentos en los que tengo que decir algo, como éste –dije entre risas-
-No tienes que decir nada, apenas te entienden –rió Anouk-
Todos asintieron con entusiasmo como si entendieran absolutamente todo y me enseñaron todo el poblado, cada una de sus casas, el establo con todos los caballos, los animales…
Fue maravilloso, tuve la oportunidad de hablar con ellos, bueno, a través de mi traductor personal.
Desde luego acababa de conocer a unos chicos geniales, todos eran muy distintos y cada uno a su manera encantadores.
Le pregunté a Anouk otra duda que me asaltaba –otra vez- en esta ocasión con respecto a sus nombres, ¿por qué tenían nombres como todos? Me contó algo que no se e había pasado por la cabeza en ningún momento. Los nombres de los aborígenes eran dependiendo de el don que cada uno tenía en su tribu, los nombres que a mi me habían dicho eran tan sólo las equivalencias de las palabras en mi idioma por el sonido, a excepción de Anouk y Lucy, ellos tenían sus propios nombres. El don de ella era hacer música y el de él la relación con los animales ¿no era increíble? Todos eran importantes, nadie estaba perdido en su vida ya que forman parte de un conjunto en que todas las piezas son indispensables.
Ya caía el sol, poniendo fin a la tarde cuando estábamos todos sentados en el suelo. Anouk me rodeaba con el brazo, empezaba a hacer un poco de frío mientras estábamos en un círculo y los jóvenes entonaban cánticos y golpeaban extraños instrumentos. Comprendí por qué Lucy tenía el don de hacer música, tenía una voz dulce y cautivaba el  oírla.
-Bueno, tenemos que irnos Clair –me susurró Anouk mientras los demás hablaban- Pero antes, tengo una sorpresa –dijo al tiempo que se levantaba-
-¿Una sorpresa? –grité ilusionada viéndole correr hacia la parte de atrás de una pequeña choza-
Todos dejaron de hablar para mirarme, con las miradas cómplices,  ellos ya sabían la sorpresa y hablaban entre ellos.
-Madre mía que curiosidad –dije nerviosa-
Entonces Anouk salió de su casa y comenzó a acercarse sonriente, con una caja no muy grande como de mimbre entre las manos.
Todos reían por lo bajo, parecían tener más ganas que yo de abrirlo.
-Sorpresa –dijo Anouk sin dejar de sonreír, colocándose de rodillas frente a mí y tendiéndome la caja-
Cogí la caja, pesaba un poco y la puse sobre mis piernas. Estaba cerrada con una especie de lacito. Lo solté y abrí la caja.
Me quedé paralizada, una sonrisa surcó mi cara y mis ojos se abrieron como platos. No salía de mi asombro, era simplemente perfecto y una lágrima cayó, deslizándose por mi mejilla ¿por qué sería tan llorona?. Miré a Anouk a los ojos y cogí al pequeño cachorro que había en la caja. Era negro completamente aunque aún no tenía mucho pelo y con el hocico rosado. 
-Solo tiene dos días –añadió Anouk, mirando al perro-
-Dios Anouk, es perfecto, es el mejor regalo que podrían hacerme –le dije, antes de dejar el cachorro en la caja y lanzarme a abrazarle-
Todos miraban sonrientes y se escuchó un “ooh” general.
-Jo, que bonito esto –comentó Lucy-
-¿Cómo vas a llamarle? –me preguntó Senga en boca de Anouk-
-Hm, creo que le llamaré… ¡Baguira! –exclamé convencida, pensando en la pantera de “El libro de la selva” siempre pensé que si tenia un perro lo llamaría así, pero ellos no sabrían a qué me refería-
-¡Wah! Es un nombre original –gritó Lucy-
-Muchas gracias –dije riendo-
-Bueno, ahora sí tenemos que irnos, no quiero que tus padres se enfaden –dijo Anouk-
-Sí.
Me despedí de todos ellos cariñosamente y cogí la cajita con Baguira. Anouk sacó los caballos mientras me despedía. Estaba rematadamente feliz, aunque me daba pena despedirme de ellos, prometí volver, si Anouk quería claro.
Llegamos a mi casa casi una hora después, no se tardaba tanto pero fuimos un poco más lento que normalmente, Anouk quería saber al detalle qué me había parecido todo, por supuesto le dije que perfecto, había sido perfecto.
Guardamos a Nala y me dirigí a guardar el caballo de Anouk y él me paró.
  -Tengo que irme.
-¿Por qué?
- Casualmente cumples años el mismo día que mi madre, pero como ella hoy ha estado fuera en una travesía que hacen a veces algunas mujeres, pues no la he visto en todo el día y estaría bien estar con ella. –dijo Anouk encogiéndose de hombros.
-Ah, bueno, lo entiendo. Felicítala de mi parte, me hubiera gustado conocerla –le dije sonriendo ampliamente-
Anouk asintió y me besó en la cabeza, era suficientemente alto para hacerlo, seguidamente se subió en su caballo y salió galopando, tan rápido como siempre.
Entré en casa sujetando dificultosamente la caja que contenía a Baguira que ya se estaba empezando a cansar de estar ahí metido. Fui hacia el salón donde estaban mis padres y puse la caja sobre la mesa.
-Papá, mamá… os presento a Baguira –dije entusiasmada a la vez que abría la caja-
-¡Vaya, es una preciosidad! –exclamó mi madre-
- Sí, si miras fuera ya tiene casa y si vas a tu cuarto, ya tiene una cama, ¡ah! Y este es nuestro pequeño regalo –dijo mi padre mientras mi madre sacaba un paquetito del cajón del mueble del salón-
-¿Qué es? –inquirí dejando la caja en el suelo-
-Míralo tu misma –dijo mi madre al tiempo que me daba el paquetito-
Abrí el paquete y aparté el papel que cubría el contenido. Era un collar para el perro de piel finito, de un azul muy intenso, casi eléctrico y con un pequeño hueso de plata colgando del centro que tenía el lado liso para el nombre y la dirección por detrás por si se perdía.
-Es… maravilloso –murmuré sin poder contener la sonrisa- Así que lo sabíais todo ¿eh?
-Exacto. –añadió mi padre-
Les di un abrazo enorme a mis padres y cogí a Baguira, que ya se había salido de la caja y curioseaba mis pies con el hocico. Me senté en el sofá y le puse sobre mis piernas, le coloqué el collar. El contraste del aquel azul sobre el pelaje negro de Baguira era único. 
-Esto es genial, muchísimas gracias –dije antes de besar la cabeza de mi cachorro-
Mi madre fue a por un biberón de leche que había comprado en mi ausencia y se lo di a Baguira. Apenas diez minutos después, el pequeño estaba prácticamente dormido y yo iba por el mismo camino. Le di las buenas noches a mis padres y subí a mi habitación.
Dejé el cachorro en la camita que mis padres habían comprado, era de un tono amarillo apagado como con desteñidos de colores y bastante grande. 
Me cambié y me acosté, estaba absolutamente rendida. Comencé a pensar en el día, creo que… podría decir que fue, si no el mejor, uno de los mejores días de mi vida, había aprendido tanto, conocido a unas personas encantadoras que me habían hecho sentir tan bien ése día ¿qué tipo de Dios hay ahí arriba que me ha mandado a alguien como Anouk? Sólo quería darle las gracias. Escuchaba la leve respiración de la criaturita que dormía a mi lado e inspiré profundo, dejando caer los párpados y cayendo en el que sería un precioso sueño de un día nada cualquiera.

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