Antes de nada...

Este es un blog en el que se publica una historia, cada entrada la continúa empezando desde la más antigua, la parte uno.
NO es el fenómeno literario de la década, tan solo una historia aun sin acabar, con muchas cosas que corregir, muchos detalles que añadir y sin ni siquiera un título...es un conjunto de "hojas en sucio", un borrador.
Dicho esto únicamente espero que lo disfrutéis y por supuesto critiquéis.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Capítulo 3.


TRES
NUESTRO PEDACITO VERDE

Pasó una semana después de ese sábado, una semana de clase normal y de tardes tan rutinarias como era habitual. Entre semana no tenía mucho tiempo libre ciertamente.
Recibí el viernes con ilusión, quería ver a Anouk. Había decidido hacer que nuestros encuentros fueran más frecuentes, quería apostar por esa amistad.
Al terminar de comer, después de clase, estuve un rato experimentando con la guitarra y la armónica. Pretendía hacer encajar melodías que, como siempre, acababa olvidando. Cuando el reloj marcó las seis de la tarde dejé lo que estaba haciendo, me vestí a toda prisa y salí con Nala.
Fui tan veloz como pude hacia el lugar donde conocí a Anouk pero, antes de avanzar un poco entre los árboles, apareció el al trote de su caballo en dirección contraria.
-¡Clair! Justo iba a ir a buscarte, que casualidad... –dijo él-
-Yo también venía a tu encuentro, vaya –dije entre risas-
-Pues vamos entonces, hoy hace un día bonito –dijo mientras se giraba con su caballo y comenzaba a adentrarse entre los árboles-
Le seguí sin hacer ninguna pregunta, el camino que seguíamos era precioso y cada vez más oscuro bajo los altísimos árboles. Conversamos relajadamente durante todo el camino, como si nos dirigiéramos a ninguna parte y no corriera el tiempo. Era fácil hablar con Anouk, me hacía sentir cómoda y por un tiempo olvidaba que era una persona introvertida.
Llegamos a un lugar donde brotaba agua de entre unas rocas formando una especie de laguito muy acogedor. Las copas de los árboles robaban la poca luz de tarde que quedaba y la vegetación sobrepasaba mis rodillas. Era como la ilustración de un cuento, pero con el suave tintineo del agua al caer, el piar de los pájaros y un delicioso aroma a naturaleza húmeda. Miraba a mi alrededor embelesada, saboreando el aire que respiraba como si fuera un caramelo de menta que no se deshace nunca. 
-Este es mi lugar favorito –dijo Anouk, mojándose las manos en el laguito-
-No puedo decir nada, nunca había visto un lugar igual, ahora estoy abrumada... –comenté absorta y Anouk sonrió para sí-
-Ya casi oscurece, quiero que veas las luciérnagas 
- Es maravilloso.
- Anda ven, siéntate aquí conmigo –dijo él, al tiempo que se sentaba apoyado en una roca junto al pequeño lago- Si nos quedamos en silencio saldrán.
- ¿Saldrán? ¿Qué saldrá? –dije inquieta-
-Shh –me chistó Anouk, rodeando mis hombros con su brazo-
El silenció nos inundó, pero no era incómodo en absoluto. Sólo el sonido de nuestra respiración se unía al resto en perfecta armonía. Me mantenía atenta al paisaje esperando a que “salieran”. De repente las ranas comenzaron a croar, pude ver algunos pequeños roedores campar a sus anchas de un tronco a otro y los pájaros se sintieron libres para dar sus últimos paseos antes de que anocheciera. En poco tiempo aquel lugar que parecía solitario se convirtió en el cuarto de juegos para muchos animales. Sobre el lomo del caballo de Anouk se había posado un pajarillo, solté una pequeña risita, la estampa me resultó cómica por un lado.
Anouk jugaba con mi pelo sin apartar la vista de lo que ocurría frente a nosotros, estaba tranquilo, su respiración a pesar de sonar fuerte era pausada y profunda.
Nos miramos varias veces con complicidad y los ojos brillantes, yo no podía contener las lágrimas de emoción. ¿Cómo había vivido tan cerca de algo tan hermoso sin darme cuenta? 
El lugar nos envolvía sin quererlo,  parecía como si el suelo desapareciera poco a poco, dejándonos flotar en el aire.
Cuando había oscurecido el piar de los pájaros comenzaba a cesar para ser sustituido por la melodía incesante de la noche, todo quedó en calma en apenas un momento y Anouk se levantó sin decir palabra, tirando de mi mano para que le siguiera.
-¿Ves? Estando en silencio no nos temen –susurró en una voz apenas audible-
-Parecía que éramos uno de ellos –dije, en el mismo tono de voz-
-Clair somos uno de ellos, somos dos animales más y ellos son nuestros hermanos, siéntelo ahora –dijo convencido- Anda,  fíjate en este sonido, es música –apuntó con entusiasmo sin levantar ni lo más mínimo la voz antes de entonar un cántico en un idioma que no comprendía-
-Nuestros hermanos cantan bien ¿bailas?  –dije ilusionada, sin reparar en el atrevimiento de mi proposición-
-No sé bailar, esto no es... –dijo él, negando con la cabeza-
-Sólo déjate llevar un poco, confía en mí ¿eh? Que yo he confiado en cada una de tus palabras desde que te conozco –dije con decisión, al percatarme de un atisbo de rubor en la tez oscura de Anouk-
Él no dijo nada, sólo sonrió levemente y me tendió los brazos. Entrelacé mis brazos con los suyos y comencé a mover los pies suavemente haciendo que el me siguiera en algo que solo era un balanceo agradable, ciertamente yo tampoco sabía bailar pero me apetecía ese momento, quería completar una escena que después recordaría toda mi vida. 
Anouk y yo bromeábamos con la mirada cuando algo llamó nuestra atención. Unas pequeñas luces tenues comenzaban a hacerle competencia a la luna dejándose ver entre la vegetación. Anouk sonrió orgulloso, “aquí están” susurró. Caminamos lentamente por el espacio jugueteando entre nosotros como un par de críos y hablando a susurros.
-Nunca había compartido esto con nadie, tampoco con mis amigos...-dijo extrañado-  no hables de mi secreto ¿de acuerdo?
-¿Con quién iba a hablarlo? ¿Con los peluches de mi cuarto? –dije entre risas- 
-Ya, tienes razón –dijo él sonriendo-
-Vas a tener que empezar a demostrarme que no eres producto de mi imaginación Anouk, porque sólo yo te veo y aún no tengo claro cómo es que sigues aquí, cómo es que sigo viéndote.
-Soy real, te lo aseguro. Me gusta que me veas, por eso te busco. He aparecido sin más, ¿te vale eso?
-¿Cómo se que, igual que has aparecido, no desaparecerás? –dije con tono serio, deteniéndome para mirarle sin desenredar mi brazo del suyo-
-Ya no puedo desaparecer Clair, si estás aquí –dijo firmemente antes de girarse de nuevo hacia las luciérnagas-
En cuanto miró hacia otro lado sequé con la manga la lágrima que estaba a punto de caer por mi rostro y dejé escapar una sonrisa de incredulidad mientras volvía a concentrarme en nuestro alrededor de cuento de hadas para compartirlo con Anouk, que para mí entonces fue Peter Pan. Él me llevó allí, simplemente apareció y me salvó, sin quererlo, del vacío más absoluto.
Un rato después subimos en los caballos para irnos, Anouk insistió en acompañarme y me dejó a escasos metros de la valla  donde se despidió de mi con un “hasta mañana”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario